Con la Semana Santa acechando en el horizonte, y después de un par de días por tierras sevillanas, es el momento perfecto de reproducir estas espinacas típicas de Écija que ya forman parte de nuestro recetario casero.
Creo que alguna vez he comentado que mi suegro es ecijano y siempre me había hablado de lo maravillosa que es su ciudad y sus paisanos, así que hace un par de años nos escapamos mi chico y yo a recorrer sus calles, conocer su historia y disfrutar de su gastronomía… y me gustó, vaya que me gustó… tanto me gustó que volvimos al mes siguiente con mis padres a celebrar allí mi cumpleaños (disfrutamos de una cena espectacular en el Restaurante Hispania, ¡recomendadísimo!)
Estas espinacas las hemos probado en varios bares y restaurantes de la localidad y, como pasa con todas las recetas, cada uno le da su toque y las prepara a su estilo. Hay recetas en las que se agrega pan al ‘majao’, pero en mi caso el pan (o los picos, regañás) no lo añado durante la elaboración, sino que lo pongo casi que para usarlo como tenedor y comernos con él las espinacas.
Ingredientes (para 2 personas):
500gr. espinacas frescas (ya sabéis que al cocerlas se reducen a la mínima expresión)
4 dientes de ajo morado de Las Pedroñeras
cominos
pimentón dulce ahumado de La Vera
vinagre de manzana sin pasteurizar
aceite de oliva virgen extra
sal marina
picos o tostones de pan frito (para decorar y acompañar)
(Salen más ricas con espinacas frescas, pero si no tenéis a mano siempre se puede recurrir a las congeladas, perfectas para sacarnos de apuros)
Comenzamos cociendo las espinacas en agua con sal, cuando estén tiernas las escurrimos muy bien (yo suelo pasarlas por el escurridor y acabo de quitarles el agua con las manos) y reservamos.
Aparte, en un mortero, majamos un par de dientes de ajo con los cominos.
En una sartén con aceite de oliva sofreímos los ajos picados en trozos medianos y, cuando estén doraditos, añadimos las espinacas, una cucharada de pimentón, un chorro generoso de vinagre (el vinagre es al gusto y en casa nos gustan sabrosas) y el majado que teníamos en el mortero. Mezclamos todo bien, probamos y rectificamos de sal, vinagre, pimentón, aceite… Apartamos del fuego.
Ahora sólo queda servir y acompañar de tostones de pan frito o picos y un poquito de aceite de oliva en crudo.
Se comen calientes o frías, como más os apetezcan, es un plato súper versátil que podéis tomar como entrante o primero en una comida o para servir en un picoteo informal.
¡Así cualquiera come espinacas!